Según los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud, cerca de 50 millones de personas en todo el mundo sufren problemas de infertilidad. Sólo en Panamá, se calcula que este dato afecta a cerca del 15-20% de la población.
Esta enfermedad, como así fue declarada por dicha institución en el año 2009, fue definida como “una patología del sistema reproductivo que se caracteriza por la imposibilidad de lograr un embarazo clínico después de 12 meses o más de relaciones sexuales sin protección regular”.
Más de 10 años después, y pese a ser una realidad cada vez más reconocida en la sociedad panameña, la infertilidad y, por extensión, la reproducción asistida, sigue siendo un tema que genera cierta vergüenza para muchos pacientes, algo que en sus vínculos más cercanos o incluso familiares se oculta ante el temido “¿qué dirán?”.
Pese a ese sentimiento de culpabilidad, debemos decir que no hay nada más lejos de la realidad. Factores como el retraso en la edad de la que las mujeres se plantean la maternidad, debido en muchas ocasiones a cuestiones laborales, la falta de tiempo para planificar el momento adecuado para el embarazo, o incluso problemas ambientales, como reflejan los últimos estudios que afectan en los casos de infertilidad masculina, son algunos de los problemas más frecuentes a los que hace frente a diario la medicina reproductiva.
Al margen, hay una serie de enfermedades como la endometriosis, enfermedades crónicas como la diabetes, cáncer e incluso problemas de obesidad que son causantes de problemas para conseguir el embarazo.
Es cierto que la ciencia y la investigación en este sentido evolucionan a gran velocidad, pero, por desgracia, muchas veces este cambio no acompaña en nuestra sociedad.
¿Por qué es tan difícil hablar de infertilidad?
A pesar del hecho de que la propia Organización Mundial de la Salud reconociera la infertilidad como enfermedad, hecho que debería ayudar a normalizarla, sigue tratándose de una enfermedad que no resulta fácil de asumir, incluso de explicar, pero que nunca debe ser un motivo para avergonzarse.
Probablemente, mucha culpa de ello la tenga nuestra propia sociedad. En el caso de los hombres, ¿qué es de ese pensamiento que siempre asociaba la fertilidad a la masculinidad? ¿O la obligación de la mujer de tener hijos a toda costa?
Por suerte, y con el paso del tiempo y la modernización de la sociedad, poco a poco van desapareciendo estos estigmas sociales.
Otro de los problemas a los que muchas parejas o mujeres deben hacer frente es la falta de información. En la mayoría de los casos, esa necesidad de información, tanto sobre los propios tratamientos, como información para las mujeres que desean preservar su fertilidad y retrasar el momento de la maternidad, o incluso sobre cómo se vive todo el proceso a nivel emocional, sólo se presenta llegado el momento. No existe un conocimiento profundo de la problemática ni de las soluciones y recursos hasta que el problema está delante nuestro.
No queremos decir con esto que la situación sea fácil de asumir, pero sí que informarse, hablar con los propios especialistas, dejarse asesorar por las unidades de apoyo psicológico y perder el miedo a preguntar, son los primeros pasos para aceptar la realidad. Debemos ser conscientes de que existe un problema, pero también de que tenemos la solución.
En The Fertile Group sabemos que aún queda un largo camino por delante, pero no podemos olvidar que nuestro único objetivo es ayudar a todas esas mujeres y parejas a cumplir su sueño de poder formar una familia.
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